El índice de sostenibilidad musculoesquelética.

Vivimos rodeados de índices, valores de referencia y la cuantificación de diferentes elementos, y son una referencia clara a la hora de saber si algo está en una medida adecuada, nos simplifican el entendimiento, la gestión y la vida en general.

Un índice o cualquier escala, cumple con la función de poder representar una posición instantánea de aquello que se mide y esta medida continuada en el tiempo, nos da la dirección de la evolución de ese factor.

Los índices nos ayudan a comprender de forma simplificada nuestro día a día, a comprender si la economía va bien, si nosotros mismos gozamos de buena salud o si el medio ambiente se encuentra en buenas o malas condiciones, por poner algunos ejemplos. 

Son una mirada rápida, una simplificación de una realidad compleja para facilitarnos la información y su entendimiento. 

 

Por eso, en Motricidad Laboral hemos desarrollado el índice de sostenibilidad musculoesquelética (ISME). Este valor es el indicador clave para identificar la probabilidad de desarrollar lesiones musculoesqueléticas a futuro por parte de los trabajadores de una empresa.

Un valor bajo del ISME indica que la empresa tiene una alta probabilidad de que sus trabajadores desarrollen trastornos musculoesqueléticos que pueden derivar en bajas y lesiones de este tipo y un valor alto del ISME, todo lo contrario.

El ISME es por lo tanto un parámetro de gestión operativo y de recursos humanos que facilita a través de un único dato la capacidad de la empresa para mantener la sostenibilidad en el ámbito de la salud musculoesquelética de los trabajadores. 

Calcular el ISME significa saber cómo está la empresa hoy, pero también es la forma de fijar un punto de partida que nos permite con una medición posterior, conocer la dirección que nuestra empresa está tomando, si va hacia la sostenibilidad física o no.

El ISME es un indicador que se obtiene contrastando el nivel de carga biomecánica y, por lo tanto, de riesgo musculoesquelético del puesto de trabajo y el grado de capacitación o competencia motriz de los trabajadores para el desempeño de ese puesto. El nivel de carga biomecánica del puesto se obtiene analizando la totalidad de los patrones motores laborales presentes en la actividad laboral (movimientos y posturas), con los riesgos asociados, y diferentes factores correctores (carácter repetitivo, duración, nivel de carga, acciones de riesgo asociadas…). El nivel de capacitación o competencia motriz se obtiene a través de la medición de diversas variables asociadas a dicha competencia: nivel de ejecución de patrones motores básicos y específicos del puesto, y componentes condicionales necesarios.

Una empresa será más sostenible si sus trabajadores están capacitados ante los requerimientos físicos de la actividad laboral que desempeñan. Una actividad laboral, realizada sin capacitación motriz del personal puede derivar en un valor de baja sostenibilidad y esa misma actividad con la capacitación adecuada, ser una actividad sostenible.

Una organización similar a otra desde el punto de vista de las exigencias físicas derivadas de los patrones motores inherentes a su actividad, puede ser sostenible desde el punto de vista físico si sus trabajadores están capacitados para llevar a cabo los movimientos que requieren sus puestos laborales, mientras que otra organización en la que se ejecuten erróneamente, puede ser una empresa en riesgo de sostenibilidad física laboral.

Invertir un poco de esfuerzo en las prácticas y las actuaciones que nos capacitan para evitar lesiones es una buena estrategia tanto para las personas como para las organizaciones. Hacerlo con el conocimiento de instaurar un camino positivo hacia la sostenibilidad musculoesquelética debería ser un elemento de gestión para los líderes de las organizaciones y para la responsabilidad social corporativa de las empresas.

El camino hacia la sostenibilidad física laboral está marcado. ¿Quieres recorrerlo y convertirte en una empresa comprometida con la Motricidad Laboral?